El año de la perdiz, a través de las mejores imágenes
A través de magníficas fotografías de A. A.-Á., M. Á. Romero, C. de Gregorio y Shutterstock, repasamos gráficamente el año de la perdiz.
1
de
15

Invierno. Después de unos meses de temporada general en los que habremos cazado algunas perdices, llegado el invierno, y con el cierre de la campaña en puertas, conviene dejar suficiente ‘madre’ en el campo para el tiempo de reproducción y cría.
2
de
15

Invierno. La nieve es un obstáculo que nuestras perdices rojas silvestres pueden salvar si ésta no perdura demasiados días cubriendo los suelos de nuestros cotos de caza.
3
de
15

Invierno. Rotos los bandos, llega el tiempo de los pares para las patirrojas, con esos machos y hembras que afrontarán la reproducción y cría de las nuevas generaciones de perdices.
4
de
15

Invierno. Y coincidiendo con el tiempo de los pares, en pleno invierno, se practica una modalidad cinegética tradicional como pocas, la caza de la perdiz con reclamo macho.
5
de
15

Invierno. Fruto de la territorialidad y del celo perdicero, no son infrecuentes unas luchas tan espectaculares e intensas como complicadas de ver en nuestros campos.
6
de
15

Primavera. Una imagen tan característica como hermosa es la de esa perdiz que, subida en la piedra, canta y vigila sus inmediaciones al mismo tiempo.
7
de
15

Primavera. Y en esta estación tan especial, las perdices construirán sus sencillos nidos en el suelo, los cuales estarán perfectamente mimetizados con el entorno y en los que las hembras pondrán un buen número de huevos.
8
de
15

Primavera. Tras la delicada y sensible fase de la incubación (agentes atmosféricos, maquinaria agrícola, depredadores, etc.), si finalmente el nido llega a colmo y una nueva pollada ve la luz, ésta será protegida con tenacidad por sus progenitores.
9
de
15

Verano. Cosechado el cereal, y sobre la paja del rastrojo, aquí tenemos dos preciosos perdigones que a buen seguro no andarán lejos de la perdiz ni del resto de la pollada.
10
de
15

Verano. Con los perdigones creciendo e igualándose poco a poco a las perdices adultas, las posibilidades de bajas en la pollada disminuyen, si bien los peligros, sobre todo en forma de predadores, seguirán rondando a estas nuevas patirrojas.
11
de
15

Verano. Los caminos y sus inmediaciones siempre son buenos lugares para ver perdices en cualquier época del año, y no digamos en verano, donde a veces tenemos la suerte de ver auténticas ‘procesiones perdiceras’ en estos enclaves.
12
de
15

Otoño. Poco antes de abrirse la temporada general de caza menor, y en un escenario típicamente perdicero, levantamos este bando al que pocas jornadas después habremos de enfrentarnos con la escopeta y el perro, al salto o en mano.
13
de
15

Otoño. Aún con calor, en las primeras jornadas de la campaña perdicera, un joven podenco andaluz posa con el cupo de perdices salvajes hecho en una mañana de caza al salto.
14
de
15

Otoño. Con la ‘ricia’ en el rastrojo, las perdices ‘enverdinadas’ y las temperaturas más bajas, la ‘batalla’ de cazadores y perros con las bravas patirrojas gana muchos enteros y los lances cobran otra dimensión.
15
de
15

Otoño. El final de la estación y del año se acercan, lo que equivale a hablar de frío, hielo, lluvia, viento fuerte, nieve, niebla..., fenómenos meteorológicos que, como siempre, habrá de superar la perdiz roja.