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Investigación de la Guardia Civil en Asturias

El turismo de furtivos, en el punto de mira

El Seprona de la Guardia Civil está sobre la pista, y ya ha contactado con cuatro cotos, tras una denuncia de guardas rurales y varios anuncios en internet que ofrecen batidas desde 800 euros.
furtivos-asturias-M La cría de corzo abatida ilegalmente en Asturias.

Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) han contactado ya con los cotos de Cudillero, Salas, Pravia y Mieres y también con la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos del Principado para comenzar a recabar datos. Además, han tomado declaración a algunos implicados en una posible partida ilegal ocurrida en el coto de Cudillero hace algo más de dos semanas. Las pesquisas están en una fase inicial y todavía podrían durar varios meses antes de que comiencen a fructificar.

El primero de los hilos del que está tirando el Seprona son unos anuncios colgados en internet que ofrecen cacerías de rebecos en cotos asturianos desde 800 euros. El precio fue lo primero que llamó la atención de los agentes. Una expedición completamente legal ronda los 2.000 euros. Al principio, pensaron que era una estafa, que se pedía ese dinero y que después la empresa intermediaria se evaporaba. Pero las primeras pesquisas les demostraron que estaban equivocados y que había algo ilegal y más concreto detrás. Los reclamos estaban colgados desde Madrid. Tratan de averiguar quién organiza esos viajes de caza ilegales y con qué apoyos reales cuenta en Asturias.

La segunda pista surgió a raíz de una denuncia presentada por la Asociación de Vigilantes de Seguridad Privada de Asturias (Avispa) y la Asociación de Guardas de Caza del Principado de Asturias (Asguca) por un posible caso de furtivismo en el monte Santa Ana, el sábado 23 de abril, en el que un desconocido abatió una cría de corzo de 10 kilos de peso y, aproximadamente, un año, con un disparo de rifle, posiblemente de calibre 300, que le alcanzó en un costado. El dispositivo de vigilancia posterior permitió identificar a un vecino de la zona que iba a recoger la pieza para entregársela al cazador, que ya no estaba sobre el terreno. Ambos colectivos denunciaron la proliferación de las prácticas ilegales y presentaron pruebas para demostrarlo.

Los agentes de la Guardia Civil están siguiendo diversas líneas de investigación. Han entrado en contacto con la Consejería de Agroganadería, que tenía algunos indicios de que podría haber tramas organizadas operando en la región. Han iniciado una ronda de contactos con las sociedades que gestionan los cotos, aunque por el momento todas dicen no saber nada. Su objetivo es animarles a colaborar ya que, si se están cometiendo algunos delitos en sus territorios, pueden derivarse algunas responsabilidades. En paralelo, han comenzado una ardua labor administrativa, que consiste en cotejar el número de presas abatidas con el número de piezas de carne comercializadas en el mercado y ver si ambas coinciden. Temen, no obstante, que las cacerías sean ilegales pero que los organizadores cuenten con la cobertura de algún cazador con licencia que las haga pasar por suyas.

El Seprona trabaja, además, con dos hipótesis diferentes con respecto a los cazadores furtivos. Algunos son conscientes de que los precios que les piden están muy por debajo del precio de mercado y de que, por tanto, se trata de una red sin soporte legal. No obstante, puede que otros sean culpables por cazar sin las licencias necesarias pero también víctimas de una estafa, al pensar que se trata de una actividad que cuenta con todos los permisos en regla.