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En la recta final del año y con los cazaderos de montaña mostrando su aspecto más duro

¿Quieres cazar un gran rebeco o 'macho'? Aquí van 15 consejos

Llegadas estas fechas, el celo de rebecos y monteses habrá finalizado en la mayoría de las sierras o estará a punto de hacerlo, aunque ambas especies aún nos pueden ofrecer buenas oportunidades en unos cazaderos más peligrosos y exigentes de lo habitual.

Rebeco

La alta montaña ahora no nos ayudará mucho en nuestra empresa venatoria, con frío, nieve, lluvia, viento y niebla como compañeros en muchas jornadas rebequeras, de ahí la importancia que contemos a nuestro favor con mente, físico y puntería. El papel de guardas, guías o prácticos es de vital importancia por el conocimiento que atesoran de los espacios y de las querencias, aunque si no cumplimos con nuestra parte, poco o nada podrán hacer éstos.

A diferencia de otras especies venatorias, el trofeo de rebeco o sarrio es pequeño y no resulta fácil valorarlo en la distancia. Es por ello que prismáticos, para localizar al animal, y telescopio terrestre, para valorar concienzudamente su cuerna, resultan elementos ópticos imprescindibles en este tipo de rececho.

Difícil valoración del trofeo

  1. Lo primero a juzgar es la altura de los cuernos, que deben sobrepasar las orejas. Después valoramos su grosor y, por último, la separación entre ambos.
  2. La cuerna de una hembra siempre es más delgada que la de un macho y además sus ganchos son más abiertos y con menos recorrido.
  3. Una dificultad se presenta cuando nos encontramos ante una hembra vieja separada de la cabrada; se denominan machorras, son muy difíciles de catalogar y dan lugar a muchas equivocaciones.
  4. Un macho viejo parece tener el centro de gravedad adelantado y el cuerpo más reducido. Sus andares serán cansinos y el pelo, en especial en la cara, más canoso.
  5. El macho adulto posee una configuración más robusta. Sus andares y comportamientos serán más provocativos, demostrando siempre su fuerza y vigor.
  6. Los sarrios jóvenes tienen el cuello más delgado y el pincel peniano casi no se les ve, pues es a partir del quinto o sexto año cuando se les desarrolla.
  7. La capa de pelo de invierno se irá aclarando con el paso de los años, así que habrá que desconfiar de los animales con pelo de invierno muy oscuro.

Macho montés

Como en todo rececho de montaña, seremos conscientes de nuestras capacidades y no trataremos de forzar el ritmo, aunque veamos que no es el mismo que el del guarda, guía o práctico. De poco sirve ponernos al límite mientras recechamos si luego, en el momento de la verdad, cuando tenemos al animal a tiro en el visor, nuestro estado es tan agitado que somos incapaces de realizar un disparo con seguridad.     

En estas cacerías de macho montés suele ser habitual recechar acompañados de guardas, guías o prácticos de la zona en cuestión. Además de no tratar de emularlos, pues con seguridad acabaremos desfondados, mi consejo es que nos pongamos en sus manos, ya que casi siempre sabrán mejor que nadie dónde buscar la cabra montés que tratamos de abatir. Eso sí, tampoco se trata de dejar todo el peso del rececho en su persona, mostrándole interés por participar activamente en las fases de la localización y de la estrategia a seguir para entrar a la pieza. Seguro que nuestra destreza y pericia monteseras distan mucho de las suyas, por eso, en lugar de dejarse llevar o de tratar de competir con esta persona, lo suyo es aunar esfuerzos para el buen desenlace de la caza.

En busca de un gran trofeo

  1. Lo primero que destaca en el macho montés es su longitud, y para que un animal empiece a merecer la pena, ésta debe no ser menor de 72-75 centímetros.
  2. El segundo factor a tener en cuenta es el grosor de la cuerna. El mínimo para la obtención de un buen trofeo tiene que estar alrededor de 23-24 centímetros o superior.
  3. La envergadura, aparte de aportar al trofeo prestancia y belleza, no influye en medida alguna en la suma de puntos.
  4. Un factor importante en la caza de este animal es su edad, no debiéndose abatir nunca ejemplares de menos de diez años, siendo la edad ideal doce años.
  5. La determinación de la edad de un macho se puede realizar con exactitud contando el número de crecimientos o medrones, cada año un medrón nuevo  
  6. Los machos monteses con el transcurrir de los años se van oscureciendo, volviéndose prácticamente negros a la edad de diez años.
  7. Se consideran selectivos los animales que tienen cualquier enfermedad, así como los ejemplares con algún defecto físico que imposibilite o repercuta en su buen desarrollo.
  8. Son selectivos los animales que tienen en su cornamenta malformaciones o asimetrías pronunciadas y roturas y aquéllos cuyo desarrollo de cuerna es muy inferior a su edad.

(Fotos: Shutterstock y Reservas de Caza de León)