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En plena época de celo de la especie

Rebecos o sarrios: conocer sus costumbres para cazar mejor

Son muchos los excursionistas y montañeros que en sus días de ocio suben a las cumbres y a su regreso, si se les interroga con el interés que mostramos los cazadores sobre la localización de sarrios, la mayoría de veces nos contestarán de forma negativa.
Costumbres_Rebecos_G Cazador rastreando la montaña en busca de sarrios y rebeco del Pirineo en la montaña durante el celo.

La ubicación de los rebecos o sarrios en su medio natural requiere una gran dosis de paciencia y un perfecto conocimiento de las costumbres y querencias que estos animales tienen en cada época del año. Es al amanecer y al atardecer cuando son más visibles. La también llamada cabra de las rocas generalmente se hace presente a partir de los mil metros, siendo regulada la altitud de sus terrenos de estancia principalmente por la climatología y la presión del hombre. La aparición de las primeras nevadas lleva a que los isards desciendan en busca de las áreas arboladas y boscosas donde alimentarse y cobijarse durante los meses más fríos, época en la cual se hace impracticable el rececho por la dificultad que engloba la localización de la pieza y el acceso a ella, resultando prueba evidente de este proceder el que sea frecuente verlos entrar a los puestos con motivo de los resaques al jabalí.

Con la llegada de la siempre tardía primavera a las cumbres pirenaicas y el aumento de la temperatura, las nieves desaparecen y dan paso a los pastos alpinos donde los grupos de sarrios se recuperan del duro invierno, colonizando día a día los lugares de brotes más tiernos en los que sacar adelante a sus cabritos.Las hembras traen al mundo generalmente un chivo y muy excepcionalmente dos, teniendo la gestación una duración de ciento ochenta y cinco días y oscilando el alumbramiento en dependencia directa con la época de celo, pero siendo normal que la cabra se aparte del grupo para parir bien entrado el mes de abril, no permitiendo la legislación por tal motivo abatir hembras en los recechos primaverales.

Durante el verano y parte del otoño es común ver grandes grupos o hatajos de sarrios donde se agrupan hembras y chivos de los tres años anteriores. Los machos jóvenes (de cinco a ocho años) se unen en pequeños grupos careando separados y pasando los meses calurosos por encima de los dos mil doscientos metros. Muy por el contrario, los viejos machos solitarios buscan acomodo en áreas forestales y el aislamiento del resto de individuos, saliendo a las praderas por corto espacio de tiempo al atardecer y al amanecer. Por regla general, los isards suelen tener unas querencias muy fijas, resultando muy territoriales en sus dominios mientras dura su existencia (más o menos diecisiete años). Normalmente no cambian de zona a no ser que otro sarrio de rango superior los expulse e invada su dominio o les sobrevenga la muerte por diversas causas posibles.

La experiencia nos enseña que, una vez abatido un buen ejemplar durante la época de celo, en los días siguientes su lugar es ocupado por otro macho, pudiendo ser dos las probabilidades de los nuevos propietarios del dominio: la primera, y más extendida, es que sea un macho fuerte y vigoroso entre ocho y once años, y la segunda alternativa es que se haga titular un viejo macho de doce a quince años por ausencia de los primeros. Tal circunstancia implica que se abatan dos e incluso más ejemplares de excelente trofeo en el mismo paraje en corto espacio de tiempo o temporada, dando valor a la frase de: “a rey muerto rey puesto”.

(Texto: J. M. R. V. / Fotos: Shutterstock, Solognac y A. A.-Á.)